¡Querido señor del mal!
Mi mano ha decidido conjurar a las musas de la muerte,
Sólo para coquetear con lo prohibido.
En algún momento tu rostro se hizo familiar en mis rutinas
Y juré por mí dioses paganos,
no permitir que tus huellas quedarán en mi sendero
Determinación de cristal.
Vacilante me dejé caer
Rodé
Sabía que esos bailes mudos bajo los sortilegios nocturnos, eran pecado.
No me detuvieron, sin embargo,
Las clases de catecismo
Ni las ideas vagas y abstractas de los insatisfechos moralistas.
Sólo el miedo a que este polvo
que me machaca los cimientos mismos del pecho hasta enajenarme de mi ser
No fuese más que un espejismo
Vulgar, repetido e intrascendente
La misma puesta en escena de una obra inmortal
Cuyo protagonista es sólo el afán de poseer para luego desechar
-manía de macho vaciarse para luego suplir la necesidad en nuevas formas-
¡Oh señor del mal! ¡Qué contradicción entonces la mía!
Yo que morí tantas veces contigo y ahora me toca reinventarme sin ti
Es por eso que te creé un altar atemporal en mi memoria
y allí sigo contigo en aquella despedida
donde te entregue las últimas de mis primeras veces
y no sé si te mereces un funeral con tantos honores
sólo sé que ese lugar es y será ineludiblemente tuyo.
Reflexiones
Hay muchas cosas sobre las cuales creo que valga la pena decir algo, sin necesidad de llenar las redes sociales e importunar a los amigos con opiniones no solicitadas. Este blog es un intento, es más una prueba que contradice mi tendencia a no exponerme, en fin... Soy yo, que siempre estoy reinventándome. Como reflejo de mí, tendrá un poco de poesía, filosofía, derecho, superficialidades varias, duda intensa, honestidad y lo que se me vaya ocurriendo en el camino.
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lunes, 27 de abril de 2020
Viaje dentro de mi
Se descocieron los hilos del tejido de la realidad
Los bordados del tiempo perdieron la forma
Y hasta mi imagen en el espejo me alienaba
Es que con Ojos prestados me vi
En toda la dimensión de una primera vez.
El silenció se tornó humano
Un compañero sutil y amable, que despacio me acunaba
Y cada paso, se desvinculaba del anterior,
volviéndose independiente e Inconexo
Los conceptos habían desatados sus cordones
Fui trascendente, profunda
Rescaté del cielo mismo el sentido de la vida y de la muerte
Podía haberme enfrentado a todo y a todos
Porque nada era real
Nada importaba
si beber el aire o respirar la azúcar
Me volví solo piel
Boca
Lengua
Sentí más que nunca el peso de las máscaras
Con que enfrentamos la rutina
Y por fin viajé dentro de mi
Y por fin me encontré
Y fue tan jodidamente único ese momento
Que supe que jamás estaría nuevamente en ese luga
Los bordados del tiempo perdieron la forma
Y hasta mi imagen en el espejo me alienaba
Es que con Ojos prestados me vi
En toda la dimensión de una primera vez.
El silenció se tornó humano
Un compañero sutil y amable, que despacio me acunaba
Y cada paso, se desvinculaba del anterior,
volviéndose independiente e Inconexo
Los conceptos habían desatados sus cordones
Fui trascendente, profunda
Rescaté del cielo mismo el sentido de la vida y de la muerte
Podía haberme enfrentado a todo y a todos
Porque nada era real
Nada importaba
si beber el aire o respirar la azúcar
Me volví solo piel
Boca
Lengua
Sentí más que nunca el peso de las máscaras
Con que enfrentamos la rutina
Y por fin viajé dentro de mi
Y por fin me encontré
Y fue tan jodidamente único ese momento
Que supe que jamás estaría nuevamente en ese luga
martes, 5 de junio de 2018
Victor
Hace años que no escribo. El mismo tiempo que tiene Víctor
de muerto. Es una casualidad. El destino
nunca quiso que coincidiéramos en ganas y esfuerzos. O quizás fue él o quizás
fui yo. En todo caso, su muerte me
impactó más de lo que hubiese imagino.
Todavía no sé de qué murió, habíamos cesado todo contacto
cuando leí su obituario. Llamé a su mujer, pero ella, que se proclamaba
ganadora de una lucha que yo me sabía ignorante, me trató como la amante que no
fui. Dijo que sabía perfectamente la naturaleza de mi relación con Víctor,
sinceramente me habría gustado que me la explicara.
Esta noche sin embargo, me siento irreverente. Las ganas
locas de creer que aún es posible ser yo, me incitan. Estoy aquí, sin mucho que
decir, pero con el ímpetu de aquellos que deciden sobreponerse a las
circunstancias. Así pues escribo de Víctor porque no lo he olvidado.
No fue una historia de amor, no fue una historia erótica, no
fue una historia de amistad y tampoco se trataron de negocios. Simples conatos
en cada una de estas áreas. Besos abortados en medio del tráfico, casos
millonarios que nunca logramos resolver, tragos cómplices en algún bar
tranquilo o el desfile de almuerzos que luego él vomitaba, con mucha decencia,
en el baño más cercano.
No sé si era bulímico, en el sentido estricto del
término y soy muy meticulosa con la
semántica para atreverme a afirmarlo. Sé que se
había sometido a una de esas operaciones que te convierten el estómago
en la quinta parte de su tamaño real y seguía comiendo como antes. El resultado,
ya lo describí arriba.
Cuando me comentó de la existencia de quien terminó siendo
su pareja oficial, uso la palabra lástima. Lo odié por eso. Decía que ella
quería ser otra cosa más que su amiga, sin embargo no le atraía lo suficiente.
Tengo dos teorías: Mentía al respecto y era feliz con su feíta. Decía la verdad
y la feíta insistió tanto que se ganó su corazón. Sin importar como haya sido,
ella terminó proclamando la supremacía de su derecho sobre el cadáver
de Víctor.
Víctor era un obeso reconstruido, con tendencias a tomar
como un cosaco y una visión muy laxa de sus defectos, con padres divorciados que vivían muy lejos de
él, con un hijo que tuvo en una aventura lejana y al cual no veía. Su historia
amorosa se resumía a ensuciar las sábanas con desconocidas, a un concubinato fracasado después de trece años
de unión y a la feíta con la que terminaría sus días.
No fui especial con él, no fui el sol del que me disfrazo
cuando ando por allí haciendo favores a desconocidos, por la mera compulsión de
creer que así neutralizo el mal que causo. Fui la peor versión de mí, la
egoísta, la caprichosa, la maleducada, la que simplemente se para y se va
cuando se fastidia (o en su versión 2.0 bloquea la conversación cuando se cansa).
Nunca lo he llorado y tampoco creo que nuestra relación dé
para lágrimas. Mi problema no es que me duela que haya muerto. Es cierta sensación que hay
vidas que se desperdician sin ningún sentido real. Que son personas que viven
miserablemente, que no son felices y un buen día simplemente se mueren y ya. Como
una película europea de cine independiente, cuyo final no se entiende.
Debo decir, con cierta vergüenza que he estalkeado a la
feíta, salió embarazada y por las cuentas no es de Víctor. Eso me entristeció,
ni siquiera ella le guardó el luto suficiente.
El pobre me parece el colmo de las soledades: Su vida y su muerte
pasaron desapercibidas por este mundo.
¿Y si acaso mi vida es así de gris y no lo he notado?
Parafraseando a Fito, me muevo por siniestros ministerios, haciendo la parodia
de abogado. Eso es todo. Ni siquiera
trabajo para el lado de los buenos y es cada día más difícil fingir que no me
importa.
Hoy le dedico estas palabras a Víctor, es más se las escribo
a él directamente. Aunque estoy
fielmente convencida que en el sueño de la muerte no hay conciencia de nada,
quiero volver a escribir con su recuerdo. Que su existencia impacte al menos
una vida, la mía y que se redima en
letras todo lo que no fui capaz de darle cuando tuve la oportunidad.
Víctor, ahora que he aprendido a amarme más a mí, para amar
a los demás desde lo que son y no desde lo que quiero que sean, lamento que no
estés para ver el cambio. Víctor si existen segundas oportunidades, donde
tengamos conciencia de quienes fuimos, te pediré disculpas por no haber sabido
ser tu amiga. Víctor trataré mejor a tu
recuerdo de lo que te traté a ti y procuraré recordar siempre las sonrisas
compartidas. No me despido porque seguiré viéndote en cada persona que se te
parezca, que hablé, huela o ría como tú.
Siete libros que toda mujer moderna debe leer.
La literatura nos ofrece ejemplos de
mujeres fuertes y activas, que supieron encontrar la felicidad pese a
circunstancias adversas. Por eso, te invitamos a vivir con ellas sus historias
y ser protagonistas de las mismas, así aprenderás, que al final el triunfo
consiste en no rendirse:
1) Jane Eyre de Charlotte Bronte
Esta novela, ambientada en la Inglaterra
victoriana. Nos cuenta la historia de una huérfana confinada a vivir con una
tía que la desprecia y unos primos egoístas, para luego ser enviada a una
especie de escuela orfanato, de niñas pobres. Gracias a esta educación,
consigue los conocimientos suficientes para ser Institutriz y así logra un
trabajo respetable. Sin embargo, el amor se atraviesa en su camino y como todo
en su vida, no será una lucha fácil. Jane Eyre es la historia de una mujer
valiente, que lucha contra un sistema que va en su contra y que pese a todas
las vicisitudes, no pierde su esencia, que incluso es capaz de darle la espalda
al amor, por sus valores.
2) Lo que el Viento se Llevó de Margaret Mitchell.
La historia es famosa por la película
Homónima. Pero la Scarlet de la novela, es mucho más práctica, fuerte y
decidida. La Guerra Civil norteamericana, sirve de marco histórico para el
relato. Scarlet descubrirá que el verdadero amor, se parece poco a aquel
idealizado en su adolescencia y está lleno de contrastes. No es la típica
heroína noble y desinteresada, pero sin duda alguna tiene las botas bien
puestas.
3) Orgullo y Prejuicio de Jane Austen
Elizabeth Bennet es el mejor ejemplo de una
mujer que se rebela a su tiempo, sus circunstancias e incluso al amor, cuando
este aparece bajo el orgulloso aspecto de Mr. Darcy. Es una historia
encantadora, llena de hermoso diálogos, que te ayudarán a entender como el amor
puede ser más fuerte que los prejuicios.
4) La palabra más Hermosa de Margaret
Mazzantini.
Esta novela de una escritora italiana, nos
cuenta la historia de Gemma, una profesional y adinerada mujer, que a puntos de
casarse consigue el amor en un fotógrafo llamado Diego. Lamentablemente, la
maternidad le rehúye y en esos innumerables intentos por tener un hijo, su
vida, su mundo y su amor dan vuelcos terribles. Esta trama nos hará llorar,
pero también nos enseñará que el amor tiene muchas formas, muchas vidas y no
aparece solo una vez.
5) “El segundo sexo” de Simone de Beauvoir
Este libro es una opción más filosófica. La
autora nos habla de la intensidad con que vivió su propia existencia y se
pregunta ¿Qué es ser mujer? Sin duda alguna, una opción imperdible, sobre todo
para las intelectuales.
6) Cómo agua para chocolate de Laura
Esquivel.
Tita es una mujer única, que les regala a
sus comensales toda su fuerza interior. Su amor tiene luchar con el tiempo y se
disuelve en un momento único de felicidad. Si quieres leer de un romance
trágico, pero finamente adosado con las artes culinarias, esta novela te dejará
un agradable sabor en la boca.
7) Paula de Isabel Allende
Este listado estaría incompleto, sin un
libro de Isabel Allende. Este en particular, es una historia donde el presente
vuela, gira y se descose. Es la vigilia de una madre al coma de su hija. Sin duda una historia que moverá muchas
fibras en nuestro interior.
jueves, 26 de mayo de 2016
Las Cinco Vías en Santo Tomás
¿Cómo en Santo Tomas lo Relativo justifica la existencia de
lo Absoluto?
A modo de introducción es oportuno
resaltar que Santo Tomas de Aquino, al momento de probar la existencia de Dios,
utiliza cinco vías, las cuales postulan lo siguiente:
-
Vía del Movimiento: El punto de partida de esta vía es
el hecho que exista el movimiento, que en este caso no se refiere al movimiento
físico.
En este punto Santo Tomás sigue a
Aristóteles, sin embargo en el autor medieval el primer motor es Dios. Se trata
del principio de causalidad que también se aplica en la segunda vía, pues el
movimiento del ser móvil (para que pase de la potencia al acto) requiere de una
causa eficaz, ya que "todo ente que
se mueve es movido por otro".
En esta vía, se aplica el principio de
contradicción ya que el autor realiza las siguientes conjeturas: La potencia no
puede darse el acto a sí misma, para que esto ocurra es necesario un ser en
acto. Entonces el ente que se mueve (en cuanto tal) está en potencia y el ente
que lo mueve (en cuanto tal) está en acto, pues nadie puede estar en acto y en
potencia al mismo tiempo y con respecto a lo mismo. Esto implica que nadie
puede ser motor y a su vez ser movido en un mismo tiempo. Entonces se requiere
de Dios como aquel que se encuentra en acto puro para mover a los demás seres.
Es oportuno indicar que no existe la
probabilidad de la regresión al infinito, pues si cuando un ser es motor de
otro, puede ser inmóvil o no, si es inmóvil se encontró el primer motor, sino
lo es, el que lo movió a su vez puede también tener la misma dualidad. Pero una
sucesión de motores móviles trasmitirían el movimiento, pero ninguno sería
capaz de explicarlo. Esto se explicó en clases con el ejemplo de solicitar una
cantidad de dinero a alguien y si esta no lo tiene entonces que se lo pida a
otra y así hasta obtener el dinero, eventualmente se recabará la suma, pero es
imposible pensar que esto seguirá infinitamente.
-
Vía de la Causalidad: Es un argumento según el cual toda
causa, es causada por el algo anterior, por eso necesitamos una primera causa
que no sea causada. En este punto no vamos a explanarnos mucho, porque
básicamente su fundamentación lógica es la misma que fue descrita en la primera
vía. El punto de partida de esta
explicación es el hecho de la causación, pues existen cosas que dependen de
causas eficientes, tanto en su ser sustancial como en sus modos de ser
accidentales.
Esa causa primera es Dios, el ser
absoluto que es causa incausada de todo y que es necesario para explicar la
existencia de los resto de las cosas.
-
Vía de la Contingencia: Esta vía encuentra asidero
conceptual en la noción de contingencia, como aquella particularidad de la no necesidad
del ser, un ser es contingente cuando no
es necesario, puede existir o puede no existir.
Para Santo Tomas de Aquino el hecho de
que todos los seres del universo sean contingentes y que por lo tanto puedan o
no existir, no da sentido de continuidad al mismo. Se requiere de un ser que
necesariamente exista, que no sea contingente. De acuerdo con esto el ser
contingente es un ser condicionado, mientras que el ser necesario es
incondicionado, por ende uno es relativo y el otro absoluto.
-
Vía de los grados de Perfección: Todo lo que existe es más o menos
perfecto, es relativo. Necesitamos una perfección absoluta y esa perfección es
Dios.
Esta vía se explica porque las cosas
del mundo son entes finitos, en desarrollo, perfectibles pero no perfectos. Por
ello es necesario un ser absoluto (Dios), que ya es perfecto. El ser de
perfección limitada es dependiente, ha debido recibir su perfección de otro (su
causa).
La perfección infinita de Dios, como
causa primera, se vuelve finita en sus efectos, pues queda limitada por la
capacidad de las esencias que lo reciben, sin embargo hay una participación de
las mismas en la perfección divina.
-
Vía de orden del Universo: El universo está ordenado, todos los
entes tienen fines que se cumplen. Se necesita que haya alguien que ordene el
universo, pues la materia no se ordena a sí misma.
Existen seres no inteligentes que
obran en vista de un fin, que no se han dado así mismo, sino que la ha recibido
de otro ser. Un orden intencional supone la acción de una inteligencia. Ni la
causalidad ni la necesidad pueden dar cuenta de ese orden. Por lo tanto el ser
sometido a leyes naturales es dependiente, ha debido de recibir sus leyes de
otro ser (su causa), el cual si será inteligente.
En consecuencia esta vía permite
afirmar que existe una inteligencia ordenadora incondicionada (que existe por
si misma), vale decir que existe Dios.
Estas pruebas son razonamientos
metáficos, en los cuales se evidencia como lo relativo es necesario para
explicar la existencia de lo absoluto. Dios se explica desde el reflejo que
deja la creación divina y su presencia en el mundo, en las cosas, en los entes.
Así pues, el hecho de la existencia de seres mutables, movibles, perfectibles,
contingentes, etc. Es un reflejo de la existencia de Dios.
Estas Cinco Vías de Santo Tomas, es un
tipo de argumentación a posteriori, se basa en la observación de fenómenos ya
acontecidos, como una prueba o un reflejo de la existencia de Dios.
En otras palabras las cosas del mundo
son mutables, temporales y contingentes. Sin embargo el poder absoluto que las
hace posible es inmutable, eterno y necesario. La mera verificación de la
existencia de esos seres contingentes (y por ende relativos), es una prueba de
la existencia de lo absoluto (Dios). Por ello, lo absoluto requiere de lo
relativo para justificar su existencia y a su vez lo relativo no podría existir
sin lo absoluto, pues el ser absoluto que lo hace posible es la causa primera,
es decir, que es la causa (que a su vez no tuvo causa) de todo lo relativo.
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tercera vía
lunes, 4 de abril de 2016
Marsilio de Padua: El Defensor de la Paz
El
primer abordaje que se realizó para la cátedra versó sobre el libro de las
Guerras del Peloponeso de Tucídides, específicamente el Discurso Funerario de
Pericles y al Discurso de los Melios, de forma tal que se logró conocer una
doble actuación de Atenas en el manejo de la insociable sociabilidad entre
iguales (relaciones horizontales) y su manejo entre desiguales (relación de
verticalidad). De igual forma se pudo observar dos puntos de vista con respecto
a la misma Polis, uno que retracta la
grandeza de Atenas, como una ciudad y un estilo de vida por el cual vale la
pena morir y el de los Melios, que la ven como un imperio que trata de
conservar su poder y que los obliga a elegir entre su seguridad y su libertad.
Ahora,
en este segundo ensayo se abordarán los argumentos de Marsilio de Padua en su
libro el Defensor de la Paz. Dicha aproximación se realiza siempre bajo la
óptica de la insociable sociabilidad explicada por Kant[1], en
su antropología práctica y que de acuerdo con los lineamientos dictados por la
cátedra, es el hilo conductor para analizar a los autores bajo estudio.
En
principio, pareciera que se trata de dos puntos de vista irreconciliables, el
primero es referido a las Guerras del Peloponeso, mientras que Marsilio de
Padua titula su obra el defensor de la
paz, sin embargo no significa que este
autor escriba en un contexto histórico idílico, por el contrario, la época que
le toca vivir está marcada por el conflicto entre el poder temporal y el
espiritual. Por ello es una preocupación muy latente en el autor definir que le
corresponde resolver a la iglesia y que al imperio.
En
tal sentido, se puede observar también en Dante, otro de los autores estudiados
en la materia, esta preocupación, quien se decanta por una separación total de
la Iglesia y el Estado[2].
Dentro
de la obra de Marsilio de Padua se verifica una visión que pretende integrar
los dos órdenes, el civil y el eclesiástico. Su intención no es suprimir una
instancia ni independizarla, sino lograr que funcionen de forma armonizada[3].
El
pensamiento de Marsilio de Padua, encuentra asidero teórico es en Aristóteles,
por ello resulta un artificial crear una semejanza a ultranza con Tucídides. De
hecho para Bobbio[4] no existe en el medievo
etapas realmente importante para el desarrollo de las teorías de gobierno.
Dicho autor explica que esto es consecuencia del descubrimiento tardío de los
textos de la antigüedad, los cuales se convierten en una referencia obligada
para los estudiosos de la época e incluso es categórica al afirmar que Marsilio
de Padua en cuanto a la clasificación de las constituciones prácticamente se
limita a traducir a Aristóteles.
Luís
Martínez Gómez[5], en el estudio preliminar
de la obra el Defensor de la Paz, también expresa que Marsilio se apoya en
Aristóteles, haciendo la explicación que dicha alusión al filósofo antiguo era
obligada en ese tiempo.
Con
respecto a los planteamientos específicos de Marsilio de Padua, es necesario mencionar
su objetivo de explicar las causas que destruyen la paz y sentar las bases para
atacar tal situación. Otro punto a
destacar que es el que libro se tituló de tal manera porque está dedicado al
emperador, al que le corresponde la misión de defender la paz. Esto es
importante porque la paz viene a ser una tarea del poder temporal y no de la
iglesia.
“Este tratado se llamará El defensor de
la paz, porque en él se tratan y se explican las principales causas por las que
existe y se conserva la paz civil o tranquilidad (civilis pax sive
tranquillitas), y también las causas por la cuales surge, se impide y se
suprime su contrario, la contienda”[6].
Desarrollando
un poco el contexto histórico sobre el cual versa la obra de Marsilio de Padua,
explica Bayona Aznar[7] que los
papas decían intervenir para establecer la paz entre los contendientes y los
emperadores, por el contrario, eran una especie de paladines de la paz, en
contra de las decisiones del mismo papa. Para la época en que escribe Marsilio,
el papa Juan XXII no reconoce a Luis de
Baviera como
emperador, quien a su vez califica al papa
como enemigo de la paz, por lo cual convoca al concilio general.
Marsilio
de Padua comienza su obra enumerando las ventajas de la tranquilidad y lamenta
que está no esté presente en el reino itálico. Explica que los frutos de la
tranquilidad constituyen lo mejor para el hombre, es decir lo necesario para su
vida y que nadie los puede conseguir sin paz ni tranquilidad.
Cabe
destacar también que Marsilio
de Padua recurre a la concepción aristotélica
de las civitas como organismo o animal, por eso la salud "es la disposición buena del animal, en la cual cada uno de sus
miembros puede ejercitar perfectamente las acciones de su naturaleza”[8]. Dicha analogía se mantiene en consecuencia para
definir la tranquilidad de la ciudad o reino, en la cual cada una de sus partes
puede realizar perfectamente las operaciones convenientes a su naturaleza según la razón y su constitución.
Además
de lo anterior se puede observar que la tranquilidad depende también de que las
partes dentro de la sociedad ejerzan las funciones que les son propias y no
pretendan ejercer otras que no les corresponden. Esta explicación ya delimita el papel
del poder temporal y del espiritual, pues basta con definir sus atribuciones y
que se limiten a las mismas, para que pueda existir tranquilidad y a su vez se
gocen de sus frutos.
De
este modo la paz es el resultado de la “buena ordenación” como la salud del organismo
es producto del buen funcionamiento de sus órganos y miembros, así como la
enfermedad, es el mal funcionamiento y
puede llevar a la muerte en el caso del animal y a la destrucción de la
comunidad en el caso de la ciudad o reino.
La
paz de la que habla Marsilio
de Padua no es tanto la ausencia de ataques
externos, sino el orden social interno. Porque tranquillitas e intranquillitas
no son la paz y la guerra en el sentido de unos pueblos contra otros. El
conflicto tranquillitas/intranquillitas que Marsilio de Padua considera y pretende resolver remite al orden o
desorden, según haya o falte la buena disposición interna, es decir, la
institución racional de sus partes y el establecimiento de las instituciones
políticas y del gobierno desde dentro. El desorden es interior y la guerra,
exterior. Estas líneas no permiten trazar un paralelismo con el contenido del
discurso funerario de Pericles, el cual se refiere a una sociedad en
tranquilidad, por cuanto cada quien actúa dentro de su ámbito de
competencia y parece haber un balance entre lo público y lo privado, con un
mayor peso de lo primero sobre lo segundo. El tema de la guerra es abordado en
el discurso de los Melios, pero no es a este tipo de conflicto que se refiere
el autor, sino a los internos.
Así las cosas, usando la terminología
kantiana la tranquilidad parece ser un estado en el cual se ha logrado
controlar la tensión que resulta de la insociable sociabilidad del hombre, por
medio de la asignación de un rol a cada parte de la sociedad, la cual tiene que
actuar dentro del mismo, sin usurpar funciones.
Precisamente esa usurpación por parte de la iglesia es la trae las
consecuencia de la intranquilidad que le toca vivir a Italia.
Ahora bien, siendo que la tranquilidad
definida en los términos de Marsilio de Padua, haciendo un ejercicio de
abstracción, puede evidenciarse en la vida que tenían los atenienses de acuerdo
al discurso funerario de Pericles.
Entre Tucídides y Marsilio pareciera
haber dos visiones divergentes con respecto a la apreciación de la política. Para
explicar lo anterior, se debe considerar
lo expresado por García Pelayo en su libro la “Idea de la Política”, pues este
autor explica que sobre la misma siempre han existido dos visiones, una que se
centra en la paz y otra en la guerra, en tal sentido expone:
Una mirada a la
realidad política circundante nos revela inmediatamente su carácter
ambivalente. En efecto, tal mirada nos muestra, de un lado, que la política se
despliega en la tensión, el conflicto y la lucha, sea entre conjuntos o
constelaciones de Estados, sea entre estados particulares, sea, dentro de
éstos, entre partidos, camarillas, intereses e ideologías; la política se nos
muestra desde esta perspectiva como una pugna entre fuerzas o grupos de
fuerzas, y, por tanto, dominada por el dinamismo. De otro lado, que tal lucha
normalmente se justifica por su referencia a una idea o un sistema axiológicos,
y que en medio de ella late el intento de encontrar un orden cierto de
convivencia bajo cuya forma se desarrolle el fluir de los actos en los que
transcurre la vida política[9].
Continuando con tal autor, el mismo
clasifica a Tucídides, a los sofistas y a Polibio como partidarios de la
doctrina de que la política gira en torno al poder, a la lucha y a la voluntad.
Mientras que explica que Sócrates, Platón, Aristóteles y Cicerón sostienen la
tesis contrario. Con respecto a la edad media, etapa estudiada en la cátedra,
explica que San Agustín se pregunta “¿Qué son los reinos cuando de ellos está
ausente la justicia, sino magna latrocinia?”, concibe el orden político como un
régimen de paz y de justicia, entendiendo que no puede haber verdadera paz, es
decir, concordia, si no está asentada sobre la justicia, que se convierte así
en fundamento de los reinos. Agrega además que con Santo Tomás y con Dante la
concepción de la política gira en torno a la paz y a la justicia.
Con respecto a Marsilio de Padua, García
Pelayo considera que la visión de este gira en torno al poder (en consecuencia
en este punto sería semejante a Tucídides), pues expresa lo siguiente:
En cambio, el
aristotelismo de izquierda de Marsilio de Padua mantiene el primado de la
voluntad con lo cual la política comienza a separarse de la ética, y el orden
social pasa a ser concebido como una consecuencia del poder que impone las
leyes, con independencia de que estas se adecuen o no a la justicia, de modo
que la unidad del Estado (regnum) es ante todo un resultado de la unidad de
poder.
No obstante lo anterior, en este punto
se difiere de lo señalado por García Pelayo, pues si bien hay en Marsilio de
Padua una referencia al poder, el mismo resulta un medio para la obtención de
un fin mayor que es la tranquilidad y la paz. Por ello se es de la opinión que Tucídides
y Marsilio de Padua, son autores que tienen dos visiones distintas de la
política, el primero se centra en la guerra, mientras que Marsilio pone como
norte de la actuación del emperador el mantenimiento de la paz, por ello se
debe erigir como un defensor de la misma.
[1] KANT, I.
(1785/1990). Antropología Práctica
(según el manuscrito inédito de C.C. Mrongovius, fechado en 1785). Madrid. (T.
R. Rodríguez). Editorial tecnos. Versión Digital.
[2] ALIGHIERI, D. Monarquía.
Estudio preliminar y notas de Laurenao Robles Carcedo y Luis Frayle Delgado
(1992) Editorial tecnos. Versión Digital
[3] De Padua, M. El Defensor de la paz, traducción de Luis Martínez (1989),
Editorial Tecnos. Versión Digital
[4] Bobbio, N. La teoría de las Formas de Gobierno en la Historia del Pensamiento
Político. Traducción de Fernández Santillán. Segunda Edición. FCE, 2001
[5] De Padua, M. op. Cit.
[6] De Padua, M. op. Cit.
[7] Bayona
Aznar, B. La Paz en la obra de Marsilio de Padua. Contraste Revista Internacional
de Filosofía, [en línea] 2006, XI: [Fecha de consulta: 24 de marzo de 2016]
Disponible en:<http://www.uma.es/contrastes/pdf/011/03Bayona_Aznar.pdf>
ISSN 1136-4076
[9]García Pelayo, M
(1968). La Idea de la Política [en
línea] [Fecha de consulta: 24 de marzo
de 2016] Disponible en:<
http://tubibliotecadecienciapoliticaenpdf.blogspot.com/2014/10/manuel-garcia-pelayo-idea-de-la.html>
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jueves, 25 de febrero de 2016
Tucídides: El Discurso Funerario de Pericles y el Dialogo de Melos
La
guerra del Peloponeso fue un conflicto armado en la antigua Grecia, que a los
fines de los objetivos del curso de Filosofía de la Praxis II, se estudiará a
través del relato que del mismo hace Tucídides. En tal sentido, se analizan dos
puntos emblemáticos en el desenvolvimiento de dicho conflicto, como lo son el
Discurso Funerario de Pericles y el Diálogo de Melos.
Ahora
bien, en estas líneas se pretende reflexionar sobre la realidad histórica supra mencionada, bajo la óptica de la
insociable sociabilidad explicada por Kant, en su antropología práctica y que
de acuerdo con los lineamientos dictados por la cátedra, es el hilo conductor
para entender a los distintos autores seleccionados.
El Discurso Funerario de Pericles.
En
el 431 A.C., le corresponde a Pericles rendir honores a los caídos en el primer
año de guerra. Su discurso muestra una democracia sólida en Atenas. Más allá de
la adecuación de esa situación con la realidad, Pericles explica la concepción
que tienen los atenienses de su polis, así como la imagen de sí mismos.
En
primer lugar, si se sigue la caracterización del ser humano kantiana, en la
cual se hace referencia a las características del hombre y su carácter moral,
encontrándose en ellas las disposiciones naturales, el temperamento y el
carácter natural o el modo de pensar en general[1],
Pericles retracta el capricho del hombre a la hora de escuchar halagos sobre
los demás: Los considerará muy poco, si tiene en estima a los homenajeados o
por el contrario, al creerlo superior a sus fuerzas, la envidia no permite
creer tales facultades.
Ahora
bien, corresponde identificar en este discurso la tensión que se origina en
toda sociedad, producto del deseo contradictorio del hombre de vivir con sus
congéneres y a su vez de aislarse. En ese sentido, Pericles habla de una polis
con un alto grado de civismo, igualdad y respeto por la Ley.
Con
respecto a la interacción de lo público con lo privado, Pericles pareciera
creer en un equilibrio, pues expresa:
“Nosotros,
pues, en lo que toca a nuestra república gobernamos libremente; y asimismo en
los tratos y negocios que tenemos diariamente con nuestros vecinos y comarcanos[2]”
Adicionalmente
agrega que para mitigar los trabajos, tienen juegos, certámenes, etc. Vale
decir que hay recreaciones para el disfrute individual.
Otro
punto de mucha importancia es la igualdad de oportunidades ante la Ley para
dirigir los destinos públicos. Incluso, expresa que es una obligación de todo
aquel que tiene una virtud procurar el bien y la honra de la ciudad.
Además,
la democracia se erige como pilar fundamental de esta ciudad. En tal sentido,
es una forma de gobierno ejemplar, en la cual el destino de la ciudad está en
manos de muchos y se rige por las leyes.
En
síntesis, Pericles hace una descripción idílica de Atenas, donde se obedece la
Ley por el mero hecho de respetarla y no por miedo al juez. Por ese glorioso
modo de vida y por esa ciudad, fue que murieron los homenajeados, lo cual debía
ser motivo de honra para sus padres, hermanos, hijos y viudas.
Esta
concepción pareciera indicar entonces, que si bien existía un espacio para lo
público, para lo privado y que el ateniense podía alcanzar cualquier cargo que
su habilidad natural, talento o estudio lo preparara para ello. Lo público
adquiría un sentido preponderante, pues valía la pena morir por un estilo de
vida y no habría mayor consuelo para los deudos, que el destino final de sus
seres queridos haya sido por la grandeza de Atenas.
Concatenado
con la idea anterior, es preciso apuntar:
Todos
cuidan de igual modo de las cosas de la república que tocan al bien común, como
de las suyas propias; y ocupados en sus negocios particulares, procuran estar enterados
de los del común. Sólo nosotros juzgamos al que no se cuida de la república, no
solamente por ciudadano ocioso y negligente, sino también por hombre inútil y
sin provecho[3].
Lo
anterior, conlleva a concluir que si bien parecía que los atenienses lograron
crear una estructura donde había un interacción balanceada entre lo público y
lo privado, controlando así la tensión entre la insociable sociabilidad del hombre.
Lo cierto es que lo público tiene un mayor peso sobre lo privado, por ende el
bien colectivo está por encima del individual.
El
Dialogo de Melos.
La
primera parte de esta breve reflexión, se hizo referencia a una visión de la
vida ateniense entre sus conciudadanos, pues Pericles se está dirigiendo a sus
pares, los cuales disfrutan de una igualdad de condiciones ante la Ley, es pues
una relación horizontal. Sin embargo, en el dialogo que se produce entre los
atenienses y los habitantes de la Isla de Melos, se trata de una discusión
entre desiguales, donde una parte tiene mayor fuerza que la otra y en este
punto no se aplican las mismas reglas
que para los atenienses. Lo anterior lo convierte en una relación vertical.
Esta
nueva visión de Atenas, se evidencia como un imperio que quiere mantenerse y para eso debe hacer uso de la fuerza. En
este sentido, se puede apuntar lo siguiente:
Como
el de todo ser vivo, el fin del imperio es conservarse. Carece de la más mínima vocación de
sacrificio y repudia cualquier instrumento o acción susceptible de dañarle. Del
conjunto de medios con los que proveer a su seguridad el imperio, por serlo, se
servirá naturalmente de uno: su propia fuerza[4].
Así
pues los atenienses van a la Isla de Melos a proponerles una alianza, sin
embargo está propuesta es más una imposición, pues los Melios aspiraban a la
neutralidad y en ese sentido, es claro que para los atenienses esto no es posible.
La diatriba de los Melios se ubica en sacrificar su libertad en aras de su
seguridad, pues antes de someterse a la voluntad de los atenienses eran un
pueblo libre, sin embargo ante la fuerza de estos, sus opciones se reducen
drásticamente.
Además la idea de “lo justo” en esta situación de guerra,
debe ceder frente a las ideas de utilidad y necesidad del Estado. Atenas
necesitaba la alianza con la Isla de Melos, para conservar su poderío, en este
sentido, hay un sometimiento bajo amenaza a los Melios, pues le expresan:
Os
es ciertamente provechoso, porque más vale que seáis súbditos que sufrir todos
los males y daños que os pueden venir a causa de la guerra; y nuestro provecho
cosiste en que nos conviene más mandaros y teneros por súbditos que mataros y
destruiros[5].
Otra
frase que demuestra la naturaleza de las hostilidades en este punto, es cuando
los Melios les proponen a los atenienses su amistad y estos responden que le temen más a su amistad que a
su odio, porque sería una señal de debilidad y ese ejemplo sería peligroso
frente a sus otros enemigos.
Finalmente,
se debe señalar que el análisis de estos dos textos, permite conocer una doble
actuación de Atenas: Por un lado el manejo de la insociable sociabilidad entre
iguales (relaciones horizontales) y su manejo entre desiguales (relación de verticalidad).
De
igual forma se puede observar dos puntos de vista: El de Pericles, que retracta la grandeza de Atenas, como una
ciudad y un estilo de vida por el cual vale la pena morir y el de los Melios,
que se enfrenta a un imperio que trata de conservar su poder y supremacía, por
ello debe elegir entre su seguridad y su libertad.
[1] KANT, I. (1785/1990). Antropología Práctica (según el manuscrito inédito de C.C.
Mrongovius, fechado en 1785). Madrid. (T. R. Rodríguez). Editorial tecnos. Versión
Digital. Página 192
[2] TUCIDIDES. (423 a.C./2007).GUERRA
DEL PELOPONESO. (Traducción Diego
Gracián). Versión Digital. Página 192
[3] TUCIDIDES Op. Cit. 194
[4] HERMOSA ANDÚJAR, A.
El diálogo de Melos o la conservación
del Imperio. Revista Iberoamericana de Filosofía, Política y Humanidades
[en línea] 2004, 5 (primer semestre) : [Fecha de consulta: 05 de febrero de
2016] Disponible en:<http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=28211505> ISSN
1575-6823
[5] Tucídides Op.
Cit. 518
Etiquetas:
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